A modo de proemio ¿Por qué estas cartas?
(texto íntegro)
Pere Blasco
Mi dilecto amigo,
Ahora que
el género epistolar no solo decae sino que sucumbe víctima de
internet, de Facebook, de WhatsApp, de YouTube, de Messenger, de
WeChat, de Instagram, de Tumbir, de Twitter, de Skype y demás vías de
comunicación de similar tipología, ahora, por ir contra corriente no solo en el
fondo, me propongo componer un modesto epistolario, con la única y bienintencionada intención, te
lo juro, de acercarte a la realidad de lo que pasa en Catalunya, sin pretender
convencerte de nada porque te respeto, sino solamente con el firme propósito de
testimoniarte, con pruebas cabales, las falsedades que te están vendiendo como
ciertas y con el ánimo de abrirte los ojos a lo que te están ocultando, de
proporcionarte, en fin, recursos para que puedas cuestionar el relato, te
aseguro que ficticio, que te están vendiendo.
Deseo que todavía no estés
irreparablemente abducido por quienes entonan procazmente el mantra de que los
catalanes queremos romper España. Lo cierto es que nuestra pretensión
soberanista se sostiene por sí misma y no requiere de rompimientos externos. Los
catalanes queremos seguir caminando los próximos momentos de la historia junto
a todos los pueblos de España pero aspiramos a hacerlo libremente sin
sometimiento a esa unidad hispana que rechazamos por impuesta y artificiosa.
Queremos recorrer libremente los venideros momentos de la historia junto a
vosotros y a los restantes pueblos que conforman esa cosa que tal vez algún día
llegue a ser una realidad ilusionante: la unión europea, una Europa de los
ciudadanos, justa, rica y solidaria que hoy, desde luego, no es, presa como
está de tantos y tantos lobbys de particulares ambiciones, cautiva de tantos y
tantos oscuros intereses que la atenazan y hacen que pierda toda su posible
virtualidad de líder mundial en lo social, en lo ético, en lo
humano, en lo cultural y, ¿por qué no?, también en lo económico. Para ello,
amigo, necesitamos de vuestra comprensión y de vuestra complicidad pues los
poderes fácticos, además de poseer los medios de comunicación que actúan como
sus lacayos, tienen acogotados a
gobiernos y a jueces para que nos lo hagan demasiado difícil. Oponerse a todo
ello es demasiado dificultoso y vencer su pertinacia se nos antoja empresa
inaccesible si no nos ayudáis. De ahí estas cartas.
Dicen los expertos, esos
de los que internet va tan colmada, que mientras la “carta” es algo amigable,
tal vez fraternal y hasta entrañable, escrita para comunicarse con alguien sin
abrirse a la publicidad, la epístola, justo al contrario, es una forma más
literaria destinada a la publicidad. Añaden que, mientras la carta es un algo
de íntimo recorrido, la epístola surte sus efectos cuanto más leída, de manera
que, estimado, te exhorto a que, en la medida en que te sea posible, des
publicidad a este epistolario a fin de que cuantos más aprehendamos la
realidad, más seremos los que nos riamos de nuestras mezquindades
personales y de nuestras roñerías colectivas; quien no sabe reírse de sí mismo
es un borrico pues quien sí sabe hacerlo tiene motivos diarios para descuajeringarse, y
cuantos más seamos quienes logremos entender al otro, respetarlo y permitirle,
más decaerán nuestros egoísmos y más posible será la convivencia pacífica,
amable y fraternal que buena falta nos viene haciendo.
Sé que lo que te pido a ti
y por ti a cuantos puedan acabar leyendo estas epístolas, es harto difícil e
incluso arriesgado inmersos como estáis en una vorágine catalanofóbica que
probablemente os impida no solo leer con la serenidad necesaria para
valorar cabalmente cuanto os voy a decir, sino incluso leerlo simple y llanamente
pues sois legión los que rechazáis de plano cuanto pueda deciros un catalán
independentista espécimen al que os han hecho ver como un tipejo egoísta,
ególatra, insolidario y…? ah sí… supremacista (quisiera reírme mientras esto
escribo pero lo cierto es que me invade una profunda pena)
No sé si citar a Malcom X
es buena idea, pero esta frase me parece apropiada al caso. Decía
que “Si no estáis prevenidos
ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido”.
Yo os digo, amigos, que,
si hacéis caso a lo que os dicen los medios de comunicación, si compráis su
relato sin contrastarlo, si tomáis por cierta la realidad catalana que os
dibujan, acabaréis odiando al catalán solo por serlo sin saber en realidad por
qué lo aborrecéis, reos no inocentes de esa catalanofóbia que, como las meigas
gallegas, haberla, hayla.
No puedo, ni quiero, concluir
este proemio epistolar sin aclarar una cosa. Me acabo de definir como
independentista. Y lo soy o mejor dicho la estoy porque no se “es”
independentista sino que se “está” en modo independentista mientras estás
luchando por la independencia y dejas de estarlo cuando ya la has conseguido.
Entonces sigues siendo lo que en realidad “eres”: facha, progre, republicano,
monárquico, eco-socialista, conservador…. O lo que seas. Y si no, dime: ¿Por
qué ya no hay independentistas en México, en Salvador, en Guatemala, en
Honduras, en Cuba, en Colombia, en Venezuela, en…, en… y en tantos y
tantos países que se han ido independizando de España? Pues por eso, porque ya
son independientes y en ellos el modo independentista ya está de más.
Entiendo que, a diferencia
del nacionalismo que es un sentimiento de pertenencia a una nación que deviene
ideología cuando quienes lo comparten aspiran colectivamente a constituirse como
estado, el independentismo no es ideología sino un estado de ánimo que
configura una situación temporal que permanece mientras te aplicas en que tu
país alcance un nivel pleno de autogobierno y pueda decidir libremente cual
quiere que sea su futuro.
Quien esto escribe no hace
aún ni diez años (¡ni 10!) no estaba en modo independentista. Caminaba más o
menos conforme con la realidad autonomista en que se movía España en la que,
poco a poco, las nacionalidades históricas íbamos pudiendo alcanzar más cotas de
autonomía y de autogobierno. Creía que, aunque tácitamente, nos estábamos federalizando.
Sin embargo, en 2010, la malhadada sentencia de ese Tribunal que se erigió
también en poder legislativo pues le enmendó la plana al Congreso con gran
regocijo de la España profunda manipulada aviesamente por los cortovisionarios
del PP con el aplauso silente del resto de partidos españoles, perpetró un
golpe de estado (Pérez Royo dixit) modificando tan ilícita como ilegalmente el
Estatuto de Autonomía de Catalunya que, supongo no ignoráis, había sido
aprobado primero por el Parlamento Catalán, luego por las Cortes Españolas y finalmente
refrendado en referéndum por el pueblo catalán siguiendo en todo ello al pie de
la letra el camino marcado por esa Constitución que entonces aún queríamos ver
como una posible diseñadora de convivencia y no como ese insuperable corsé en
que ahora la han convertido quienes se agarran a ella como a ese clavo ardiendo
del que se prenden los desesperados cuando no hallan otro recurso
Qué error, qué gran error
(¿o tal vez no?) cometieron los palurdos que recabaron firmas ciudadanas contra
el estatuto catalán y avivaron las bajas pasiones catalanofóbicas que laten
desde siempre en la España profunda y en la no tan profunda…. ¡Qué histórico error!
Y ¿A cambio de qué?
En la carta en que
corresponda hablar de esto concretaré con cifras la evolución del
independentismo en Catalunya a partir de esa fecha. Pero ya adelanto que, como
yo, catalanes de toda ideología, de toda extracción social, de todo nivel
cultural, nacidos en Catalunya y venidos de fuera, nos pusimos en
“modo” independentista pues no estábamos dispuestos a soportar el ninguneo de
un Tribunal Supremo ilegitimado por las circunstancias internas que ya diré en
la carta que corresponda y por las pulsiones externas que le abocaron a dictar
tan infame sentencia.
¿Sabéis los españoles que
esa sentencia anuló artículos del Estatuto Catalán idénticos a algunos que
están vigentes en otros varios estatutos de autonomía?
¿Consideras, pues, tú, al
que creo persona cabal y de buena fe, que tal anulación obedece a razones
jurídicas? ¿No? ¿Qué decir, entonces, de un tribunal que resuelve por razones
extrajurídicas?
Cuando te digan que todo
(?) comenzó con el acto de “rebelión” protagonizado por los catalanes el 1-O,
cuenta a diez y reflexiona pues yo te aseguro que (1714 al margen) todo (?)
comenzó con esa sentencia que no fue, no es y no será jamás aceptada ni acatada
por los catalanes.
Bueno, como prefacio ya
está bien.
Solo una nota final. “Cartas Polacas” porqué polacos nos llamáis a los
catalanes, pero escritas en cristiano como nos exigís, intransigentes, aunque
hablemos entre nosotros. Y en román paladino, como el que soléis usar para
hablar con vuestro vecino, y sin pretensiones literarias para que el mensaje
llegue claro.
Cordiales saludos amigo,
amigas.
Pere Blasco
La Portella (Lleida), mediado
el mes de agosto de 2019